sábado, 28 de noviembre de 2009

CON POCO,DIOS HACE MUCHO

Me encanta la canción que dice: “Todo lo poco que soy yo te lo ofrezco”. Me gusta no porque en ella el que canta se rebaje, sino porque si la canta con fe ardiente descubre que Dios puede hacer grandes cosas con lo poco que le ofrecemos. A veces somos tacaños, es cierto, pero también con nuestras miserias Dios hace maravillas. Sólo espera que extendamos las manos para él hacer su obra.Lo mismo me molesta la gente que dice que no puede hacer nada porque tiene muy poco. Esa gente no sabe que de pocos granos brota una mata, o no se da cuenta que con una simple sonrisa, que no cuesta nada, ni siquiera el mínimo esfuerzo, se le puede alegrar el momento a la otra persona. Es gente incapaz de reconocer que las pequeñas cosas guardan por dentro un germen de vida capaz de llenar el mundo.Pero me aterra ver cómo mucha gente se muere de hambre mientras otros botan la cuarta parte de lo que se comen. Piensan más en competir que en compartir. Se dice que vivimos en la sociedad de la abundancia y del bienestar. Tal vez para algunos, porque las grandes mayorías todavía esperan con los brazos abiertos un mejor reparto de los bienes que Dios ha creado para todos. Y ciertamente ese reparto no lo hará Dios. Creo que bastante hizo al crearlos y ponerlos en nuestras manos. La segunda parte nos toca a nosotros: repartirlos de tal manera que todos comamos y sobre en abundancia.Ayer como hoy, Dios hace los milagros a través de nosotros y de lo poco que somos y tenemos. Nuestra generosidad es la que “provoca” la acción de Dios. No importa cuál sea nuestro aporte. Recuerden el dicho popular: “poco a poco llena la gallina el buche”. Eso lo tengo bien aprendido. Con frecuencia pido a la gente que colabore con alguna causa. Las ayudas van llegando tímidamente, de a poquito, hasta que se logra el objetivo. A veces, incluso ha alcanzado para más de lo previsto. Si en nuestras manos “muchos pocos” hacen un montón, ¿se imaginan en las manos de Dios? El obrar conjunto de Dios y el hombre es capaz de producir tal abundancia que todo el mundo queda saciado…y sobra.El testimonio del doctor Fuster es digno de tener en cuenta: “La epidemia de obesidad que tenemos hoy día se debe seguramente a que en los países desarrollados aún no hemos aprendido a vivir en una situación en la que tenemos más de lo que necesitamos. No sólo con los alimentos o con el mando a distancia, se trata de un problema cultural mucho más profundo. También con el instinto por acumular, eso lo veo cada día en Nueva York, más coches, más vestidos, más poder, más acciones de tal o cual empresa, más canales de tele en cada casa, este instinto de querer siempre más, más, más, y al final, si uno no se para a pensar “bueno, ¿qué me hace falta a mí de verdad?”, se mete en una especie de carrera sin sentido que le puede llevar a acumular mucho y en el fondo a tener muy poco. En el campo de la salud, esta incapacidad de pararnos a pensar qué nos hace falta realmente, qué necesita nuestro cuerpo, en vez de dar rienda suelta a nuestros apetitos, es lo que nos está llevando a unas tazas de obesidad sin precedentes en la historia y a la actual explosión de enfermedades cardiovasculares.”Según esto, parece que comer desordenadamente puede llevar a la muerte. ¡Cuidado con eso!

viernes, 27 de noviembre de 2009

SAUDADES-MEDIOCRACIA

Saudades-MEDIOCRACIA
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Hablaba Valentín Michel, uno de los mejores profesores que hubo en Moca, de la canallocracia, y lo decía refiriéndose a aquella gente que vivía de hacer la vida difícil a sus semejantes. Supongo que en parte se refería a la canallocracia trujillista que imperaba en esa época en la cual no se podía hablar en voz alta por temor a ir a parar en la cárcel o perder la vida. Ahora, junto a esa canallocracia, asquerosa y criminal, emerge un nuevo estilo de vida: la mediocracia, que quizás sea la iniciación de los canallas. Con ésta también se puede ir a la cárcel o se puede perder la vida, y Una de las cosas peoresde la mediocracia, esel creer que los demás no le reconocen méritos por envidialo peor de todo es que quien la tiene alojada en sus entrañas no se quiere dar cuenta que la envidia que lo corroe es una sarna asquerosa y maloliente.Mediocres son aquellos que al no poder alcanzar sus metas por méritos propios, trepan, tumban polvos, aplauden a quien puede proporcionarles algún privilegio, y de paso detractan, vomitan y hieren a los que trabajan y alcanzan con mucho esfuerzo un lugar de prestigio. También hay mediocres que privan en lo que no son y para ello se hacen de ropas caras, comidas en restaurantes de lujo, aunque no sepan cómo manejar un tenedor. Hay mediocres de saco y corbata, como también jean y chancletas, y los hay de palabras rimbombantes aunque no sepan su significado. Hasta envían pasquines, dicen palabras a medias y dan miradas despectivas. En ese basurero se aloja la mediocracia.Lo peor de un mediocre es su estatura mental. Son enanos en el conocimiento. Dicen no haber alcanzado sus metas porque otros se interponen y no se dan cuenta que su peor obstáculo es su misma mediocridad. Una de las cosas peores de la mediocracia, el creer que los demás no le reconocen méritos por envidia ¡Válgame Dios! Y sí que existe la envidia, es parte de condición humana, pero de ahí a andar resentido, señalando con rabia a todo el mundo, hay un abismo. Los mediocres son astutos, saben cuándo deben callarse y a quien atacar, y también a quién deben alabar y lamerle los pies, por decirlo de manera decente. La mediocridad es una patología y la mediocracia un modo de vida nada decente. Algo pasó en ese individuo para que no alcanzara a vivir con alegría, sin resentimientos. Cuando alguien no quería aceptar así la vida, se retiraba a las montañas, al bosque y era llamado misántropo. Ahora no se van a ningún lado. Se quedan viviendo entre nosotros y expanden su mediocridad hasta formar un imperio. Dios los cría y el Diablo los junta.Y así vamos, padeciéndola, aguantándola, sufriéndola, y ellos tan campantes, en sus puestos, con sus aires imperiales, encerrados en sus asquerosos resentimientos. Como tantas, es una condición humana. Pues parece que todos llevamos a nuestras espaldas esa mochila en que habita lo bueno y lo malo. Unos logran amarrar los malos hábitos, pero hay otros que los cultivan y con ellos arrasan cuanto encuentran a su paso. El mediocre es una basura que hay apartar y taparse la nariz para que con sus asquerosidades no nos contamine.Denver, Colorado